10 agosto 2012

ARBOLES SAGRADOS: PARTE II

El Arbol Filosófico o Alquímico
por Mario Satz

“Arbol es también –escribe Dom Pernety en su Diccionario mito-herméticoel nombre que los filósofos a la materia de la Piedra Filosofal, porque es vegetativa. El Gran Arbol de los Filósofos es su Mercurio, su Tintura, su Principio y su Raíz. Otras veces es la obra de la Piedra… El Cosmopolita, en su Enigma dirigido a los Niños de la Verdad, explica que fue transportado a una isla ataviada con todo aquello que la naturaleza produce de más precioso, y entre otras cosas dos árboles, uno solar y el otro lunar, es decir que uno de ellos produce Oro y el otro Plata.”[1][1] Tras esta reflexión que nos indica una movimiento hacia un eje, una feliz coincidentia oppositorum, la del tiempo (lunar) que debe descubrir su realidad luminosa eterna (solar) en un espacio individualizado, el de la isla, Pernety agrega que “el Arbol de la Vida es el nombre que los Filósofos Herméticos han dado, en ocasiones, a su Mercurio, pero con más frecuencia a su Elixir, porque entonces es la Medicina de los tres Reinos o su Panacea Universal que resucita a los muertos, es decir a los metales imperfectos, a los que eleva a la perfección de la plata si es el blanco, y al oro si es el rojo”.



ARBOL DE LA CABALA CON LOS SEFIROTES

ARBOL FILOSOFICO




Arboles Sagrados alrededor del mundo
Los árboles y los bosques que conforman, también proporcionan una poderosa presencia espiritual. Son sagrados.
Los árboles viven mucho más que los humanos, perduran no importando la estación del año o el clima, y esa vitalidad es la que admiramos. Además, podemos intuir que están llenos de la esencia y la energía de la madre Tierra y, su equilibrio, su saber salir adelante de las adversidades, su percepción amplia y silencio, les otorga un aura de poder que si nos detenemos un momento, podemos percibir.

Es fácil comprender que el árbol representa una manifestación muy especial de las fuerzas de la Naturaleza y del poder divino. Es venerado en todas las culturas y en todos los tiempos, y desde siempre ha estado íntimamente relacionado con el destino de la humanidad: su nacimiento, crecimiento, reproducción, superación y muerte.


EL ÁRBOL DE LA VIDA
El árbol de la vida es la representación del mito de todo lo que significa el árbol para nuestras culturas:
  • A diferencia de la actualidad donde se le pone énfasis al árbol de la tierra para arriba, tradicionalmente se le considera completo: raíces, tronco y ramas (y hojas, flores y frutos, en su caso).
  • Gracias a ello, unifica los tres niveles del cosmos en un axis mundi. Está representado en los tres niveles: el Cielo, la Tierra y el Inframundo, y los comunica entre sí.
  • Se ubica simbólicamente en el centro del mundo.
  • Es la columna central al rededor de la cual en todas direcciones -arriba, abajo, el centro y a los lados-, se desarrolla la vida. 
  • Él es el referente  para establecer las cuatro direcciones, zonas o energías del mundo en el que vivimos los humanos.
  • Gracias a él se accede al Inframundo y al Supra mundo o Cielos, posibilitando la ascensión o descenso al mundo espiritual y la visión mística. 
  • Es una puerta al o canal del conocimiento y la sabiduría del Cosmos y del buen vivir.
  • Su representación física, se ubica en un lugar sagrado y a su alrededor se llevan a cabo rituales de agradecimiento, reconocimiento, participación y pedimento.
  • Es la representación y encarnación del principio vital, a través del ciclo de las estaciones del año representa la regeneración, y con ello, los principios inagotables y eternos de la vida/muerte/vida.


YGGRASIL



Aquí una breve exposición de los árboles sagrados y sus culturas:

Tenochtitlán
En el
códice  Borgia encontramos la representación de un Árbol de la Vida: en el centro, en el lugar del cruce de todas las direcciones y del encuentro entre lo de arriba y lo de abajo, se eleva el árbol colorido del cuerpo de una diosa de la Tierra, la cual representa el Oeste. A un lado se encuentra Quetzalcoatl, la “serpiente emplumada”, que reúne aspectos subterráneos y celestes y cuya historia mítica habla de su muerte, renacimiento y vida eterna como el planeta Venus. Al otro lado se encuentra Macuilxochiti, que es idéntico a Xochipilli, el príncipe de las flores, semejante a Xipe Totec. Este se presenta vestido con la piel de un hombre sacrificado, un símbolo del nuevo vestido que la tierra se pone en primavera y, en una clave esotérica, del sacrificio de la personalidad. También este árbol reúne los elementos simbólicos de la fecundidad y de la eternidad, es decir, es una expresión de vida y del simbolismo del Árbol Cósmico.

En el centro del actual México, este árbol mítico es identificado en el Ahuehuete (Taxodium Mucronatum). Los ahuehuetes son una especie originaria de México. Su nombre proviene del náhuatl ahuéhuetl que significa “árbol que nunca envejece” o “árbol viejo de agua” debido a que crecen en lugares donde abunda el agua. Entre sus representantes más famosos está "El Árbol de la Noche Triste" y "El Árbol del Tule".

Yax-che o "árbol verde"
La ceiba (Ceiba Pentandra) es considerada un símbolo sagrado en la mitología maya. En el libro del Popol Vuh  los dioses creadores sembraron en los cuatro rumbos del cosmos sus respectivas ceibas sagradas: al este la ceiba roja, al oeste la ceiba negra, al sur la ceiba amarilla y al norte la ceiba blanca. También sembraron una quinta ceiba al centro de todos estos rumbos; en sus raíces ubicaron el Xibalbá o Mitnal que era la morada de los muertos, en su base colocaron el Kab o la tierra que habitamos los seres vivos, y en su fuste y ramas establecieron su morada los dioses, mientras que en la cima de su copa habitaba el origen de todos los dioses en la forma de un precioso quetzal celestial.

La ceiba entre los mayas era conocida como Yax-che o "árbol verde" y aún se le puede encontrar plantada en el centro de las comunidades de su zona. En Guatemala existen ceibas importantes como la Ceiba de Palín Escuintla que cuenta con más de 400 años y la ceiba de San Francisco en El Petén que ya sobrepasa los dos siglos.

Canelo
El canelo o foye, (Drimys winteri), es un árbol siempre verde que habita gran parte del territorio de Chile y Argentina. Árbol sagrado de los mapuches, medicinal y nutritivo, presenta dos especies: Drimys winteri que crece desde el Río Limarí hasta tierra del Fuego, extendiéndose hasta la Patagonia Argentina, y Drimys confertifolia, en la Isla de Juan Fernández. Mientras que en el norte el Drimys winteri toma la forma de un arbusto, al sur del río Maule alcanza alturas de más de 30 metros, con troncos de hasta un metro de diámetro.

Entre los mapuches, es el símbolo de la machi (la persona que tiene la función de autoridad religiosa, consejera y protectora). Suele haber uno plantado junto al rehue (Tótem o altar sagrado utilizado en ceremonias) durante las ceremonias llamadas guillatún (rito de conexión con el mundo espiritual para pedir por el bienestar, fortalecer la unión de la comunidad o agradecer los beneficios recibidos) y machitún (ceremonia de sanación efectuada por la machi), donde además se utiliza una de sus ramas para lanzar parte de las ofrendas líquidas.

En el siglo XVI, los loncos o boigues usaban un bastón de canelo como símbolo de su autoridad en tiempos de paz y por eso a ellos se les daba el nombre de ngen foye, «dueños del canelo» en mapudungun, que derivó en el término castellanizado boigue.

Palo Santo
Palo santo significa "madera sagrada" y es el nombre en español para el Bursera graveolens. Este árbol vive en la región sudamericana de Gran Chaco (en el norte de Argentina), Paraguay, Bolivia, Perú y Ecuador. El árbol sagrado de la cultura Pazioca (Diaguita), es usado como medicinal y en los rituales de los curanderos y chamanes en las ceremonias de ayahuasca, rituales, y sesiones de cura y limpieza. Tiene un aroma sorprendentemente fuerte y dulce cuando es quemado, por eso el palo santo es usado como incienso para limpiar y purificar el ambiente. Hay que destacar que no sirve cualquier madera del árbol del Palo Santo. Sus beneficios solo sirven cuando el árbol ha muerto por causas naturales no atribuibles a la mano humana.
Los Lengua-Maskoy tienen la creencia que una fogata hecha con la madera del Palo santo evita que los espíritus maléficos se acerquen a las viviendas. Este árbol también está presente en el ritual de los matrimonios indígenas. La pareja debe plantar una plantita de este árbol en ausencia de testigos para ligar sus destinos y que la unión dure eternamente.

África occidental
En un estudio que compara el significado religioso de especies forestales diferentes para diferentes culturas de África occidental, Schnell (1946) encontró que Chlorophora excelsa es el árbol sagrado en toda la región. A menudo los pueblos se encuentran cerca de estos árboles, en algunos casos es plantado en el centro de la aldea, se le protege y se le hacen regalos, ritos y sacrificios, especialmente asociados con la fertilidad y nacimiento. Su madera se utiliza para la fabricación de ataúdes y de tambores sagrados.

La Ceiba Pentandra es también un árbol sagrado en toda la región de África occidental (al igual que entre los mayas): se le asocia generalmente con entierros y ancestros, su corteza y hojas se usan para expulsar a los malos espíritus. Se cree que éste es un árbol muy poderoso y se utiliza en muchos tratamientos curativos tradicionales, especialmente aquellos relacionados con la magia. Su altura, fuerza y singularidad en comparación con otras especies, el otorgan el título de "jefe de todos los árboles" y el control de la fecundidad, la riqueza, el poder y la fama. Sin embargo, también se le teme, pues su fuerza puede ser utilizada por los malos espíritus. Por lo tanto, es un símbolo ambivalente: puede dar vida, pero también trae muerte.

Kiskanu
Las tradiciones babilónicas nos hablan de un árbol en el centro del mundo, el cual ya conocían los sumerios. “En Eridu ha crecido un Kiskanu negro, creado en un lugar sagrado; su brillo es como los rayos de lapislázuli, y se extiende hacia el Apsu. Este es el sitio donde Ea deambulaba en el Eridu exuberante, su domicilio es un lugar de reposo para Bau…”.

En las representaciones del viejo Oriente, el Kiskanu es el prototipo de los árboles sagrados babilónicos. Está acompañado siempre de los diferentes símbolos, emblemas o animales heráldicos, lo que señala su papel cosmológico exacto. En algunas representaciones las estrellas también se encuentran agrupadas junto a él.

Una imagen del Árbol Primordial fue también hallada en Mohenjo-Daro, la capital de la civilización del gran río Indus. El Kiskanu es representado como una palmera de dátiles, de lo cual se trasluce su papel directo como Árbol de la Vida: el dátil era el alimento básico más importante de la zona.

Gaokarana y Haoma
En el Avesta, en Irán, es célebre el árbol Gaokarana, el que fue creado por Ahura Mazda. Es el árbol de las diez mil medicinas, llamado Vispo (el que todo lo cura). Se levanta en una isla del lago divino Vourakasha, donde brotan también otras mil hierbas curativas. En sus ramas anida el pájaro Saena. Ese Gaokarana es el Haoma celestial, el que otorga la inmortalidad. Ahriman creó un lagarto, que fue el contrapeso a la creación de Gaokarana. La tarea del lagarto era la de hacer daño al árbol milagroso de Gaokarana.

Su reflejo en la tierra es el Haoma terreno, que crece en las montañas y que en los tiempos de los inicios fue plantado en el monte Haraiti. Heródoto dejó escrito que los griegos habían tomado de Asia Menor no solo el culto y la cultura de la palmera sino también el alfabeto, que pasaría a ser la matriz de las escrituras del mundo occidental. Es también el nombre de una importante bebida narcótica ritual entre los antiguos indoiranios, y las culturas civilización védica (antes del hinduismo) y las grandes culturas persas, tal vez preparada a partir de la planta. En el texto Avesta, el soma o haoma tiene un yasht (capítulo) entero dedicado a él. En la tradición irania, Haoma (que es el mismo dios védico Soma cuenta a Zaratustra que fue Viuanjant (el dios del sol) el primero que lo filtró. Actualmente no se sabe a qué planta hace referencia.

Yggdrasil
Une a los mundos. Sus raíces se hunden hasta el corazón de la tierra, hasta el Reino de los Gigantes, el mundo subterráneo de los dioses y el Reino de los Muertos. De esas raíces nacen tres fuentes, de las cuales una es Pozo de Juventud (Ura), otra regala sabiduría y conocimiento (Mimir) y en la tercera tienen su origen todos los ríos del mundo (Hvergelmir). Su tronco es el mundo de los hombres (Midgard), y su corona forma el cielo de los dioses (Asgard). Yggdrasil es también descrito como el Fresno del Mundo. Este árbol ofrece vivienda a algunos animales: una cabra, un águila, un venado y una ardilla. En sus raíces vive un dragón (Nidhög), el cual intenta talarlo.
 Ashvatha
En la tradición de la
India, en sus textos más antiguos (por ejemplo, el Atharva Veda) aparece el cosmos en la forma de un gran árbol. Identificado como un Ficus, el Ficus religiosa llamado también higuera (el mismo donde Buda alcanzó su iluminación).

En los Upanishads, el universo aparece como un árbol invertido, “árbol inversa”. En el Bhagavad Gita (XV, 1.4) dice: “ Él Ashvatha tiene Raíces dirigidas hacia arriba y sus ramas hacia abajo, sus hojas son los himnos de los Vedas”. Así se habla del Ashvatha imperecedero, aquel que lo conoce, es un conocedor de los Vedas. En la tierra no puede percibirse ni su fin ni su inicio ni su existencia. El Ashvatha es un símbolo de Prakriti, el origen de la Creación es Dios; por ello el árbol tiene sus raíces hacia arriba. Las ramas son los estadios diferentes de la Creación y por ello se extienden hacia abajo. Las hojas que cuelgan de las ramas son los himnos y las reglas de sacrificio de los Vedas, a través de los cuales el árbol, o sea, la Creación, se mantiene viva. El Ashvatha es imperecedero, porque Prakriti también lo es. Las raíces están “unidas con el karma”, o sea, ellas son, por una parte, el resultado del karma.

Sefirot
En la
Cábala, se habla del árbol invertido como descripción del proceso descendente de la Creación. El Árbol Sefirot es una imagen de la creación, un diagrama de los principios que rigen todo el universo. Representa el descenso de las energías divinas en el mundo material y su nuevo ascenso. En lo más alto del árbol se encuentra la Corona, Kether. Es la unidad de la cual surgen las otras nueve emanaciones de lo Divino, los Sefirot, las Esferas de Dios. Los Sefirot son atributos, fuerzas y posibilidades de lo divino, los cuales nacen de la energía primordial, y escalón tras escalón, descienden en la materia, es decir, encarnan. El Árbol Sefirot está formado por tres columnas verticales. En la cúspide del que se ubica en el centro se encuentra Kether; en lo más alto del pilar derecho, Chochma, el principio masculino primordial; y en la cúspide del pilar izquierdo se encuentra Binah, el principio femenino primordial. Chochma y Binah representan así la primera dualidad, y los tres primeros Sefirot juntos (Kether-Chochma-Binah) forman la Tríada Cósmica. La columna central, en cuya punta se encuentra Kether, termina en Malkuth, el Reino. Malkuth es la corona del árbol invertido, la manifestación realizada y materializada, o sea, el mundo físico que nos rodea.

Cristianismo
En la mitología cristiana los árboles también juegan un papel importante. Las tradiciones mesopotámicas han servido de base, probablemente, para los árboles bíblicos que encontramos en el Jardín del Edén. Según ellas, se elevan dos árboles a la entrada del cielo del Este: el Árbol de la Verdad y el Árbol de la Vida. Según la conocida leyenda bíblica, Eva es seducida por la serpiente e impulsada a comer el Árbol del Conocimiento, lo que trae como consecuencia la expulsión del Paraíso.

 
Ashoka, Bodhi y Sala
Según diferentes leyendas, toda la historia de la vida del Buda está íntimamente relacionada con árboles, debajo de los cuales se realizan siempre los acontecimientos de mayor significado:

- Al sentir Maya que la hora del nacimiento de su hijo había llegado, se dirigió al jardín de Lumbini, porque tenía que dar a luz al futuro Buda en un bosquecillo sagrado. Tranquila, con una mano apoyada en el árbol Ashoka, trajo a su hijo al mundo.

- Desde su niñez Buda había sentido una gran felicidad a la sombra de árbol, el Bodhi. Acordándose de ello se sentó en la ribera del río Nairanjana en un bosque sagrado. Después de haber rodeado el árbol (al que se le llama higuera pero es en realidad un Ficus) siete veces y de haberle ofrecido sacrificios, se sentó al lado de su tronco con la decisión fija de no levantarse hasta recibir la iluminación. Después de que Buda superada todas las tentaciones, estuvo listo para ascender a través del canal del árbol a los niveles más altos y encontrarse directamente en el mundo espiritual. En una visión directa se la dará la iluminación.

- Cuando el Buda sintió que era momento de morir, se dirigió a un bosque sagrado de árboles de Sala a las riberas del río Hiranyavati. En un bosque sagrado encarnó el Buda, y también en un bosque sagrado debía abandonar su cuerpo. Ordenó a su discípulo Ananda preparar un lecho a la sombra de dos árboles. Y debajo de dos árboles gemelos, que daban sombra a su cabeza y a sus pies, el Buda abandonó este mundo. En el momento en que alcanzó el Nirvana en profunda meditación, los árboles de Sala empezaron a florecer, a pesar de no ser la estación indicada, y dejaron caer sus flores sobre el cuerpo inanimado.

En Sri Lanka se encuentra el Jaya Sri Maha Bodhi. Se cree que es descendiente del árbol de Bodhi histórico que está en la India. Se plantó en 288 a. C. Desde entonces, los reyes de Sri Lanka y los sacerdotes han mantenido vigilancia ininterrumpida sobre el árbol sagrado y miles de devotos aún visitan el sitio para peregrinación.
 
Kien-mou
Para los c
hinos el centro del universo o el lugar en donde debía ubicarse la capital perfecta, fue representado a través de Kien-mou ("madera vertical"). Kien-mou es el árbol de la renovación, así como del inicio absoluto, el inicio del mundo. Reúne las “Fuentes Novenas” (el Inframundo) con los “Cielos Novenos”. En su tronco hueco ascienden y descienden los soberanos, que son los soles de los hombres, los intermediarios entre el cielo y la tierra. A ambos lados del Kien-mou se levanta, al este, el árbol P´an mou; es un melocotonero cuyos frutos otorgan la inmortalidad. El zumo de estos melocotones es elaborado por la Reina Madre Wang. Sobre el árbol del oeste, reposan los diez mil soles en la tarde.

Por otro lado el K´ong-sang, una morera hueca, simboliza al Tao mismo (el orden, el origen Universal): hermafrodita, representa el yang y el yin, la dualidad.

Además, tres árboles son sagrados y reconocidos como ejemplo: el bambú, el ciruelo y el pino (los que ilustran esta parte dedicada a China). Son los Tres Amigos, que representan respectivamente la flexibilidad, la belleza y la verde lozanía. Son tres de las cualidades que el taoísmo consideraba indispensables para vivir una vida sana y longeva.
Sicomoro
Desde los tiempos más antiguos, en Egipto los árboles son objeto de veneración divina, tal vez también porque eran muy escasos. Al este del cielo se encuentra el alto sicomoro, un Árbol Cósmico sobre el cual los dioses están sentados. Al frente, al oeste, en la frontera del desierto, vivía la “Señora del Sicomoro”, la diosa vaca Hathor, la que ha creado el mundo y todo lo que allí hay. Lleno de compasión, el sicomoro hace descender su follaje, saluda a los recién muertos y les da la bienvenida con agua y pan. Con ello les alcanza el alimento y la bebida, con lo que les asegura la vida después de la muerte. Sobre las ramas del sicomoro se sientan las almas de los muertos en forma de pájaro. Gracias a la ayuda del árbol sagrado las almas regresan al seno del mundo divino, de los seres eternos, que simplemente habían abandonado por la duración de una vida humana. Es representado con brazos divinos que están llenos de regalos y que riegan el Agua de la Vida de un recipiente.

Roble
En la mitología griega se atribuye a cada dios un determinado árbol, y al examinar estas atribuciones se constata que siempre están llenas de sentido y que el árbol correspondiente se halla en estrecha relación con la personalidad de cada dios. El roble era el árbol asociado a Zeus.

Por otro lado, en la geografía y en el tiempo, el roble era también el árbol más sagrado entre los celtas. Es la representación del árbol de la vida en la Tierra.




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